Con la italiana por San Mamede

 Para ver las alguna imagen con más detalle, pulsar sobre ella  con botón derecho y abrirla en una pestaña nueva.

Amanece y muy al fondo emerge la sierra con una corona de nubes.

Apenas sesenta kms de asfalto y ya estamos en las estribaciones orientales de la sierra de San Mamed.

Y el entorno está atractivo.

Rodar por solitarias pistas sin la tiranía  gps y solo con un esbozo mental nos acerca más al sentido de aventura.

Una inquietud emocionante.

Al extenso bidueiral de Montederramo (bosque de abedules) el otoño todavia no lo ha teñido de amarillo. 

Según ascendemos, del cielo se desprenden jirones de nubes y los lugares que vamos descubriendo se tornan enigmáticos.

A los moradores de estos montes conviene no importunarlos y a veces toca mojarse.

Con una moto ligera y sin prisas, donde el tiempo pasa al compás del sonido del viento y el del motor, vamos disfrutando.

Desde el pequeño altiplano antes de la cima se distingue a la izquierda la ermita de la cumbre (1618 m) y a la derecha el refugio.

Por cierto, el refugio está en un lugar espléndido y pese a su espartano interior…

…en alguna noche de tempestad, nos ha sido un salvador ángel de la guarda.

Pero hoy no es mal sitio la cumbre para descomprimir el trasero y tomar un tentempié.

La moto naranja y guapa, nos lleva por el cordal hacia el este con un ambiente de montaña que cambia cada segundo. La sensación de vivir una realidad paralela, es muy especial.

Súbitamente nos expulsa  de nuestro nirvana trailero una pista que la explotación forestal devastó.

Escapamos de ahí en cuanto podemos y buscamos caminos menos torturados.

Y relajadamente llegamos a la curiosa “silla de la Reina” un trono en medio de la nada pero con buenas vistas. Disfrutamos de las vistas con una cerveza que también "traileó" dentro de la bolsa. Buen lugar también para ir acabando este relato.

Solo queda regresar a tierras más bajas con el buen sabor de haber rodado por estos montes.

Octubre 2024