Trail y rocas


Tarde gris amenazando lluvia y una moto balanceandose por carreterillas locales.
 Tomo un desvio hacia la aldea de A Pena. Subo por su pista cementada. La mina de agua
y el lavadero rezuman soledad.
 Todavia sobre la moto nos aproximamos por una senda...
 ... a una ancestral estancia aprovechando la oquedad de una roca. Imágenes del interior y exterior.
 También una casa utiliza un peñasco como pared.
 ¡Hasta le sobra roca a la casa!
 Lástima que el resto de la vivienda sea una ruina.
 El pueblo está deshabitado pero parece que varias casas y huertas están cuidadas y se usan por
temporadas. Gozando de estas vistas uno tendria también un refugio.
 Busco, literalmente, la moto; oteo la carretera por donde iré y dejamos este pétreo silencio.
 Unas curvas mas adelante - mas que andar en moto voy de paseo - nos detiene el rumor del agua.
 Un poco despues me llama la atención una curiosa formación. Me apeo y es un enorme y
tortuoso "Tafoni" capricho de la erosión por humedad, química y eólica. Parece querer engullirme.
 Proseguimos entre un reino vegetal generoso. Hasta el fibrocemento de un tejado lo pueblan
líquenes, hierbas y musgos.
 Colores. Tonalidades de ocres, verdes, marrones... y decenas de años y litros de sulfato de cobre crean
magentas imposibles.
 
 Se intuye una pista ¡Vamos para el monte!
 Asfalto nuevamente. La aldea de Nogueira tiene alguna peña tallada. Alguna capilla muda
se ha quedado; falta su campana.
 Monte abajo río y carretera se atraen pero no se tocan.
 Pasamos al lado de uno de los últimos molinos construidos o una de las primeras "fabricas de electricidad"
de por aquí; tendré que investigarlo. Comenzamos a subir hasta la ermita de Nosa Señora do Monte.
 Allí nos espera la niebla. Pretendia subir por unas pistas de eólicos con buenas vistas... pero no tiene
mucho sentido. Un pequeño paseo y para abajo.
 El pueblo de Parada también tiene unos cuantos "penedos" rocas estratégicas.
 Bajando ya hacia Ourense me habia arrancado las pegatinas un tipo montado en un "ruido" de dos
ruedas; al rato veo una columna de humo azul ¿Le habrá salido la biela por el bloque?
 Anochece. Subo a casa por una pista empedrada que también forma parte del Camino de Santiago.
Miro para la city desde la ermita de San Marcos da Costa.
 Y por pista vamos llegando.
 Con una birra, al calor de la lumbre me pongo a teclear esta crónica.
 
 ¡Esto es todo!

Febrero 2015

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