Una tarde con Sebito: La crónica
Como me apetecía andar en moto llamé a Sebito con la excusa de juntarnos para
charlar un poco; se lo tragó y quedamos.
Ya en Portomarín cruza la plaza un "tenager" montado en un ruido, ni que lo persiguiera el demonio.

Ante el asombro de los jubilados parroquianos y el mio, no se trataba de ningún
niñato: ¡Era Sebito!

Después de los saludos de rigor, trató (El) de ligarse a la chica de la oficina de Turismo.
Luego le invito (Yo) a tomar algo (A Sebito).
¿De qué hablamos? La peña en general lo haría de tías y motos, pero nosotros que
tenemos clase, hablamos de señoritas y motocicletas.

En teoría era café pero la África "apatrulló" la villa asustando a los pergrin@s.

Nos preguntamos que hace una señal de curvas peligrosas en medio de un puente.

Vamos por parajes guapos y desconocidos para mi. Su chaqueta con "rayo láser" me guía.




Como empezamos a sentirnos incómodos por arrimarnos mucho, cortamos el rollo...

... y pillamos las motos de nuevo. No pierde ocasión de darme clases magistrales de estilo.


Tranquilos todos... ¡Consiguió frenar en secano!

Damos un pasíto peninsular.


Cruzamos el "istmo" y nos metemos en una pequeña selva "continental"


Entre viñedos esta el monasterio de San Facundo (Siglo XII). Lo primero que me viene a la cabeza
son las pipas de girasol, je,je. Es un lugar relajante.




Como no pudimos entrar a ver sus antiguas pinturas murales, bajamos un poco hasta una especie
de embarcadero.



Una lección mas: Como caminar sobre las aguas (Sin mojarse)

Como tenemos ya un tiempo vivído y cierta contractura en el brazo de arrancar hojas del calendario,
hablamos de nuestros pequeños "achaques". El peor de los suyos según el, es que su Africa no va fina
y suena fatal. Mientras me distraia hablando, con mañas arteras mira de reojo a la Domi... ¡Y se larga
sobre ella!


Como no iba quedar allí parado subí a su moto y puse el punto de mira en aquella bala roja que iba
desapareciendo ante mis ojos. Me pareció que su máquina iba suave y armónica... Y es que aprecio
a la Domi pero llevar a una cuarta del perineo un bote de melocotones subiendo y bajando te hace
"vibrar", pero no precisamente de placer. La África es otro mundo.

En compensación al "secuestro" de mi moto dice que me va a llevar a una roca-mirador que se
la muestra solo a los amigos.

¡Que "rapaz"! ¿Vienes o no?

Realmente el sitio merece varias miradas y muchos minutos de contemplación.




Un par de kms mas adelante se termina la carretera bruscamente. Si no lo sabes, ir ya a 60 es mucho
pero además puedes dar, de la doble curva señalizada, la de la izquierda pues si buscas la de derechas
te vas directo al río...

... y Sebito como lo sabe se adelanta y se me cruza en el talud final. ¡Parece que me aprecia!

Termina la carretera y también la tarde.
Nos despedimos, como no, mirando al rio...

Y es que los de las motos somos unos vividores...
Agosto 2015
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