Con la trail hacia Mondariz
LA LLUVIA . Se encontró de nuevo a gusto por aquí y estuvo acompañándonos un mes seguido.
Dados estos antecedentes no estoy tarado si digo que las previsiones para el día de hoy son
fantásticas: Cielos muy nubosos, temperaturas bajas, fuertes vientos y escasas precipitaciones.
Me saco por fin el calzado de la derecha y pongo las botas de la izquierda.
Comienzo rodando por una nada entusiasmante autovía, solo tiene la virtud de la rapidez
En cuanto salgo a carretera, hasta las ruinas del castillo de Ribadavia ofrecen vistas gratificantes.
Con tan loca meteorología las mimosas florecen con un mes de antelación. Las fotos no transmiten su fragancia, una pena.
Tampoco el sonido de una cascada pude integrarse en una imagen, pero es mas fácil imaginarlo.
Unos Kms atrás me desvié en A Cañiza y ahora estoy ascendiendo un guapo puertecillo.
Desde el alto, el valle del rio Tea se muestra apacible.
Si no empeora el tiempo pretendo subir a Coto da Eira, monte de 892 m a la derecha de la foto.
Detenido veo un cartel semioculto que señala “Ermita da Guía”. Como suelen estar en sitios singulares, mi curiosidad hace que me dirija hacia allí.
Desconozco que le pasó al santo.
Estoy dando un paseo por el lugar pero me voy pronto, la presencia ruidosa de unos cazadores tratando de recuperar a sus chuchos rompe cualquier encanto.
Estamos cruzando los dos ríos que conforman...
...la recóndita playa fluvial de Maceira. Acostumbrado a visitarla e verano se me hace extraño verla sin gente, aunque estemos en Enero.
Ya estoy sobre la moto. En una colina destaca una pequeña ermita. No soy de grandes liturgias pero no se puede negar mi devoción. Subo.
Una vez superada la deslizante y revirada pista no se le puede negar belleza a su entorno.
De nuevo en lo negro pero por poco tiempo. Comienzo la pista hacia la cima del Coto da Eira pero con sorpresa... lo que solo parece un paso canadiense tiene una malla de alambre que casi me la como.
El camino se va degradando progresivamente.
Además al incomodo rodar se añaden a la fiesta la niebla y una suave pero constante lluvia.
La pista herida en su orgullo por que la transite una trail sin ruedas de tacos, se venga moviendo una piedra que piso con la rueda delantera...
y claro, la ley de la gravedad se confabula y hace el resto.
Levanto estos 180 kgs, mi límite estando solo. Un pequeño rallazo y un poco tocado el orgullo son los únicos daños. Quedan 20 metros hasta la cima pero la niebla ya la cubre. Toca bajar y con mucho cuidado, no lo veo todo negro pero si algo gris. Vislumbrar el mar a 30 km de distancia me otorga una pequeña alegría.
Un relajante y revirado trazado me acerca a Mondariz-balneario.
Hay varios manantiales. Primero me detengo en el descuidado de Troncoso... parece que a comienzos del siglo pasado tuvo mas elegancia.
Aquí mismo tomo, sin mucho glamour, un tentempié de empanada.
Abandono mi solitario comedor y quiero acercarme a la zona termal actual. El restaurado Gran Hotel, contrasta con el ruinoso estado tras un incendio en 1973.
Y donde solo quedaron paredes, hoy con un poco de pasta sales como nuevo.
Sobre el manantial de la Gándara se construyó un templete al gusto del termalismo europeo de la época.
Lo contemplo evocando a mi espalda la suave música que acompañaba a los pudientes “bañistas” de antaño.
Llegó a existir una linea de tranvía Vigo-Mondariz y la distribución de sus afamadas aguas viene de antiguo.
Mi tratamiento relajante-descontracturante de hoy es solo para la retina mientras espío parte del circuito termal. Tras esta sesión virtual la moto y piloto nos miramos al espejo ¡Como no!
Retornamos. El toro no siempre estuvo así, de hecho la vaca en que lo convirtieron se integra mas en tierras gallegas que el astado de lidia, algo ajeno aquí.
Y así con mis historias, agoto un día gratificante de moto que tuvo de todo... como la vida misma.
Enero 2016
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