Otro idioma, el mismo aire


 Afectos profundos, sonrisas de los hijos, sexo cálido, salud, reunión de amigos..... y algunas pocas cosas mas son las que liman las aristas de la vida dándole contenido a la existencia.
Una de esas "pocas cosas mas" es montar en moto.
  Inclinamos la puntera del pié izquierdo hacia abajo, "clack" y salimos.


  Una hora de nacional y autovia y estamos pisando tierra portuguesa.

  Como aperitivo subimos a la Serra do Larouco. Son montañas ásperas y con escaso arbolado pero el sol de hoy las maquilla bien.
  En su cumbre (1535m) estiramos las piernas.

  Descendiendo, me viene a la memoria que me habian hablado muy bien del horno comunal de Padroso. Como está al pie de la sierra, me adentro en sus callejuelas.


  
  Mis informadores estaban en lo cierto, es una armoniosa construción.

  Un pequeño pateo y vuelvo a la trail para seguir ruteando.
  
  Montalegre es una pequeña urbe con todos los servicios. Callejeo en moto y un vistazo a su castillo del siglo XIII.


  Saliendo en dirección sur me topo con un 2Cv aireándose al sol. Fué mi primer coche y ciertamente cogía mucha condensación con dos dentro de el, sobre todo en parado... Pero me parece que ahora transpiro algo menos.

  O Barroso se llama la zona por donde rodamos hoy. No asoman aún las hojas de los árboles sobre unas carreteras divertidas para la moto.

  
  El río Rabagao es embalsado al poco de nacer. Este paisaje evoca la sensación de estar en las Rías Baixas.


  Dejamos el asfalto y por una pista ascendemos al pueblo de Alturas de Barroso.


  
  Esta región es de una esquiva belleza, muy sobria. Pero con su dosis de encanto. Estos duros parajes estuvieron prácticamente deshabitados hasta el siglo XIV.

  Volvemos al fondo del valle y Vila da Ponte, aparte de enseñarme un armonioso puente medieval de origen romano, me insinúa una guapa ribera para comer y por supuesto me dejo seducir. Soy un tío fácil, especialmente cuando el hambre aprieta.

  Prosiguemos divirtiendonos con curvas, subidas, descensos y chulas vistas de la granitica Serra del Gerês.



  En una curva de un pueblo creo que Ferral, veo con el rabillo del casco una imagen que me hace dar la vuelta y a su vez retroceder en el tiempo. Me presento, pido permiso para las fotos y charlo un rato con la "senhora Xacinta" que esta hilando lino a mano en el siglo XXI. Ver la habilidad de sus trabajadas manos es un placer. Y lo comparto.


  Un descenso a un profundo barranco examina a los frenos de la moto (un notable alto) y mi habilidad trazando (aprobado raspado). Sea por asfalto o la parte final por tierra el paisaje es apabullante y debe mirarse en pequñas dosis, en exceso aturde.



  Y así llegamos al "Ponte da Misarela" del siglo XV. Con un solo arco supera un rocoso desfiladero a trece metros de altura.

  Hay muchas leyendas, sobre el: Fecundidad, diablos, etc. Y también hechos históricos de la invasión francesa.
  No iré hoy hasta el, el último tramo está muy mal para la moto. Una imagen de la red para tener una idea de su espectacular emplazamiento.

  Subimos todo lo que descendido y vamos enfilando hacia el norte.


  El pueblo de Ponteira esta protegido del norte por una espectacular montaña de bolos graníticos. Disfruto con este imponente paisaje. Y que dura tuvo que ser la vida aquí hasta no hace mucho.


  Un rincón del río Cádavo. Un banco con dos bloques de hormigón y un tablón es el mejor sofá de relax, masajea la mente y se siente la sonrisa de la vida.


  Tras un trayecto circular vuelvo a Montalegre. Aquí se siguen celebrando las "Chegas dos bois" una espectacular demostración de fuerza, no de sangre. Enseguida estamos pasando la frontera.

  Los dedos de la mano derecha se retraen y se detiene la moto a la puerta del garaje. Han sido algo mas de tres centenares de kilómetros de placer....
  ...¿Y como lo definiría? Pues lo pase de:


  :ch)
  Marzo 2017

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