¡A Compostela!

Cientos de peregrinos pasan por delante de mi casa. Hoy haremos las tres
etapas que faltan de la Ruta de la Plata para llegar a Santiago.

 Ourense se esta desperezando allá abajo.

 Saco la moto al camino y vestida para la ocasión tomo la foto de partida.

 Este primer tramo de asfalto es muy atractivo y mas con esta luz matutina.

 Enseguida ya estamos pisando pista de tierra bajo las ramas de los árboles.

 En el primer cruce con la carretera hacemos de samaritanos y damos de beber
a la sedienta.

 En el pueblo de Bouzas unos inquietantes maniquíes nos desean buén camino.

 A los lados nos encontramos con muchos contrastes, pero en general todo
es hermoso y sereno.

 Me propuse al salir no molestar a los peregrinos de a pié ni a los de las bicis
y también evitar las zonas mas difíciles. Lo primero creo que lo cumplí; no así
lo segundo.

Atravesamos el tricentenario puente de Sobreira y su silencioso pueblo deshabitado.

 Tras cruzar de nuevo la nacional nos metemos por estrechos senderos al menos
para la TA que sin ser gorda si es ancha de cadera.

 Entre pequeñas aldeas e información culinaria y de alojamiento para peregrinos,
acabo llegando a Cea. En una vieja casona tiene su buen albergue.

 Por la torre del reloj abandonamos Cea. Dos variantes. Me dicen que vaya
por el camino Real a Oseira que es mas bonito y en moto se hace "fácil"
¿Fácil? Ja, esto me suena -pensé, pero les hice caso.

 Siguiendo flechas pintadas, sudando a gota gorda y evitando milagrosamente 
caídas cada cinco metros finalice esta "bonita (si) y fácil (no)" variante.

 El monasterio de Oseira no quiere ni puede disimular el poder que aquí hubo.
Pequeña charla con unos veteranos peregrinos y por el camino seguimos.

 

 Rodamos entre muros, rubias admiradoras y aldeas.

 En Galicia se denominan "corredoiras" a los caminos de carro entre taludes
de tierra. Son pistas de terreno blando erosionadas por el continuo tránsito
con la ayuda del agua.

 Tiene un punto mágico rodar por ellas.

 Un cutre rótulo en del camino indica que peregrinar no solo es espíritu...

 ... y aprovechamos para reconfortar el cuerpo. Recordemos que estamos
hablando del "Templo" del Alma.

 En Dozón el paisaje se abre por unos momentos. Es una excepción, en estas últimas 

etapas el camino discurre por zonas bajas. Pronto volvemos a la umbría.

 Nos metemos en líos después de Lalin. Lo típico: Avanzas más y más por un infame camino
y consideras que lo peor ya pasó...vamos, que ahora no vas a dar la vuelta....

 ...y vaya si la das, casi de campana.

Con las ruedas hacia la parte de la subida, pensé en esperar a un par 
de peregrinos que adelanté. Pero al fin la conseguí erguir sin ayuda.

 Quede exhausto. Es dura la soledad del camino. Y más en moto. Buscamos una alternativa  no endurera, al menos para mi destreza.

 Sin daños en el cuerpo ni en la TA, los guapos parajes nos vuelven a animar enseguida.

 Incluso recibes el aliento por escrito.

 Ademas nos echamos unas risas..

 Las admiradoras, que ahora no son rubias, parecen mirar con desdén
a todo el que se mueve a la hora de la siesta. Pero tenemos la idea 
inquebrantable de llegar hoy a Santiago.

 Al divisar el Pico Sacro, que también se ve por el Camino Francés intuimos
que ya falta poco.

 Cruzado el río Ulla, por túneles y pistas de todos los colores llegamos al albergue de Outeiro. Está asociado a buenos recuerdos de la ruta en bici, hace unos años.

 La despedida del ambiente rural es grandiosa.... 

Y la entrada en los alrededores de una urbe suele ser gris.

 El tren ha dejado huella en Angrois. El dolor huele e impregna al corazón.

 Al Río Sar la cantó Rosalía de Castro. Atravesamos su añejo puente para 
otear yá la torres de la catedral. Parece una tontería, pero emociona un poco.
Esta ciudad tiene una energía peculiar. Mas que religiosa, espiritual.

 Tras 132 km y algunas horas piso la plaza de Obradoiro. Hay sitios mas especiales
en Compostela, pero esta explanada es la mas conocida.
Dentro están los cepillos mas rentables de la península. Ojalá se distribuyan
con honestidad.

 La turista que me saco la foto debió quedar impresionada por el porte del
trailero y cortó las torres de la Catedral. La comprendo.

 Tras respirar la atmósfera turístico-religiosa y comercial (también con muchas historias                              de héroes anónimos) volvemos a casa. Solo quedan los recuerdos de un buen día de moto
y el polvo del camino que la maquilló...

 ...que al desprenderlo fertilizará la tierra.

Octubre 2018