Viñas de la Ribeira Sacra


Estrenamos botas. Vamos a ensuciarlas de diversión por unas horas.

Os Peares pertenece a dos provincias, confluyen tres ríos y forma parte de cuatro municipios. Curioso.

Vamos en busca del río Síl a nuestra manera, primero por carreteras estrechas entretenidas de trazado y panorámicas.



Y también por pistas de gas a fondo...

 ...pero otras de tacto mas delicado.

Así entre carreteras lentas y pistas variadas se va pasando la mañana.
La zona que pisamos de la Ribeira Sacra da mucho juego.


Apetece ya tomarse el bocata y el banco bajo el carballo de Santiorxo es una tentación pero prosigo hacia su cercano mirador.

La abandonada casa rectoral que recuerda el poder de las religiones todos los ámbitos.

El sonido de la Honda ya hace eco en el mirador y con el portón abierto de su Van hacia el esplendido cañon
una pareja está enfrascada en lúdicas tareas amatorias.  Siento chafarles el placer.



Cada uno a lo suyo, sacamos las vituallas y comemos bocata y paisaje.

Antes de arrancar nos saludamos (ellos ya vestidos) con risitas. Esa fiesta es privada, no admiten mas invitados. En fin.
Al poco rato estamos al pie del inconcluso santuario de Cadeiras.

El río Sil fluye sobre su cañón, muy al fondo. En los escarpes de enfrente están los Balcones de Madrid, emblemático mirador en el margen ourensano.

Descendemos hacia la zona de Portobrosmos. Aquí el desfiladero del río se abre momentáneamente. Las vides son el oro del valle.



Por pistas cementadas o bien por caminos de tierra rodamos entre viñas y pequeñas bodegas. Es un lugar para la pausa, vamos un suplicio para los enganchados al puño derecho.

 

Los muretes de piedra de estas viñas cumplen con tres funciones: Estabilizan el terreno en gradas, mantienen la humedad de la tierra y regulan la temperatura de las cepas devolviendo el calor de la radiación solar durante la noche.


En la otra orilla Rabacallos se asienta en un curioso promontorio.
El mirador de Amandi o de os Chelos no es muy conocido pero tiene su interés.

Entramos en una zona más vertical. Los caminos a las viñas tienen mucha pendiente.

Desde arriba podemos observar la estrechez del terreno donde están las vides. No olvidemos que en este par de palmos hay que podar, abonar, vendimiar etc.
De hecho si miramos esta vez hacia arriba y vemos -tirando de zoom- a un viticultor desenvolverse, parece un aguerrido montañero trepando.

Digno de admirar el trabajo humano en medio de una naturaleza tan hermosa como severa.

 Nos detenemos al lado de un sencillo y útil elevador para la vendimia. Más lejos vemos otros railes e incluso un naranjo creciendo en el pedregal. Aquí hay un microclima.

Por esto y mas, se denomina “viticultura heroica”. Una muestra con unas fotos ya publicadas de la recogida de la uva en barcas por el río:

Vuelta a la carretera, cuaternaria como no. Al fondo destaca O Castelo. La Transalp trepará hasta su cima que tiene ermita y mirador.



De camino nos topamos con una sugerente cabaña con impresionantes paisajes.


 
Típica imagen desde la cima do Castelo.

Un placer para la vista.


Arriba, al otro lado del desfiladero se asienta la villa de Castro Caldelas, destacando su castillo.
La silueta del mirador de Soutochao es una escultura en piedra que representa una vendimiadora.
Un último objetivo para el completo día de hoy en moto, el pueblo de Vilardemouros.
Mientras nos acercamos destacan a lo lejos los 1613 m del Pia Paxaro una de las cumbre de O Courel.
En el pueblo solo queda una casa habitada permanentemente. Es relativamente grande.
Aparte de dos o tres casas el resto están abandonadas. Aunque seguramente que con escaseces  y penurias, pero mucha  vida hubo por aquí.

Salvo un pastor con cuatro ovejas que saludé en un prado a la entrada del pueblo, no me encontré con nadie, bueno si exceptuamos a un cuadrúpedo que se acercó a buscar una dosis de afecto. La soledad obligada es muy dura.

Adiós a la provincia de Lugo y para casa que las botas ya tuvieron un buen estreno.


 :ch)
Febrero 2020

Comentarios

  1. Unas fotos antológicas y una prosa a la altura. Un millón de gracias. Ceibe.

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