Pena Furada


Tras 60 kms sin interés un cartel me recuerda que hace un par de días me vendieron de nuevo la pegatina mas fea y cara del mundo. La ITV es como la televisión, buen invento pero con flojo contenido.

Con los viñedos del valle de Monterrei dominados por su castillo, la ruta comienza a ser mas entretenida. Pasamos por la villa de Verín que rápidamente queda al fondo valle.



Tras la entretenida subida a la ermita de Florderei, enlazamos con una amplia pista que atraviesa la Sierra de Penas Livres. Ya  empezamos a sacarle jugo a moto y ruta.




Salvo una densa zona de pinos apenas tiene arbolado. Algún intento de repoblación se aprecia a 1060 metros, en la cumbre.






Rodamos por tierras poco pobladas del Suroeste de Galicia y tan limítrofes con Portugal que hay que hilar fino para no meterte, por tierra o carreteras cuaternarias en el pais vecino; las fronteras están cerradas por la pandemia.




Aun así, vadeamos pequeños ríos que pueden delimitar nacionalidades o atravesamos pistas que parecen campos.




Después de cientos de cambios de marcha e innumerables buenas sensaciones generadas por paisaje y moto, alcanzamos Barjas y un objetivo de hoy: Pena Furada.






Aquí los romanos desviaron el curso del río para obtener estaño y oro. Un túnel de 30 metros dejo casi 300 de cauce seco. La vegetación de la zona es tan frondosa que apenas se puede fotografiar globalmente, pero algunas imágenes dan una idea de la obra.



A través de un puente colgante se accede a la tapiadas entradas de unas minas de wolframio. Alguna tiene un pequeño acceso.



Entre el frescor de la vegetación y el rumor del agua, el bocadillo desaparece.



Antes de llegar A Gudiña y tomar un café, carreterillas y naturaleza son todo uno.



Hacer un tramo de la N 525 abandonada hace 40 años, tiene su punto. Eso si, tiene que ser con una trail.

La pequeña sierra de Urdiñeira nos espera. Una pista rota a tramos por tanto divertida, nos lleva a un antiguo “foxo do lobo”. Se trata de muros que encauzaban hacia un pozo al cánido en un pozo acorralado y emboscado por los vecinos. Este aparte de bien conservado tiene unas esculturas explicitas de la tarea.


Llegamos a la cima aunque la real en sentido estricto exige una pequeña trepada.



Rodar por estas redondeadas cumbres es un buen trago de libertad. Inevitablemente siempre se vuelve al asfalto pero el panorama sigue siendo generoso.






Con una vistas hacia la sierra de San Mamede que esperamos visitar pronto, nos despedimos de la ruta.

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Ha sido un buen día en moto.

:ch)

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