Sierra de San Mamede

 

Un deseo no cambia nada, una decisión cambia todo. Tomamos la iniciativa y arrancamos hacia las montañas.


Va quedando abajo el valle de Maceda, pero el olor a campos sigue circulando dentro del casco.


 

Enfrente ya asoman los peñascos característicos de la sierra de San Mamede. Para allí vamos.

 

Enseguida atravesamos a esa línea que nos dibuja una sonrisa y le da sentido a una trail.


Se dice “Pon el carro en movimiento que los melones se acomodan solos”  Con la moto rodando por estas pistas pasa lo mismo con los pensamientos, se asientan. 



Un puesto de vigilancia de incendios sin operarios. Sin embargo los pirómanos de nuestros montes siempre están vigilantes. La seguridad no ocurre por accidente.

 

Estamos cerca de la cima, de placentero se hace corto el recorrido.


 

Sobre la fauna en libertad se aprecia el refugio de esta zona.

 

Con el zoom también se divisa la ermita de la cumbre. Y una enigmática figura…

 

Alcanzamos los 1618 m de la cima de San Mamede y la inicial alegría de ver otras dos motos se vuelve inquietud al observar que son verdes. Después de una leve tensión por diferentes interpretaciones, la conversación fue cordial. Con su deseo de buena tarde y buen servicio por nuestra parte, se marchan para proseguir con su tarea.



 

Unos breves instantes en la cima. Descienden los agentes por el oeste, mientras que hacia el este se dibuja la pista que seguiremos.


 


 

Ya son conocidos estos paisajes, pero siempre miro con ojos nuevos. El valle del nacimiento del río Arnoia y la hoy apenas visible aldea de Rebordechao, conforman un panorama imponente.



La lógica te lleva de A hasta B, la imaginación a cualquier parte. Ensoñar que estás a miles de leguas es fácil en estas soledades.


 

Ni idea del Sag de la horquilla, ni de la distancia al suelo del cubrecarter y no tenemos maping de motor ni control de tracción...quizás sea por eso sienta que la moto y yo somos uno. Es solo una sensación personal, tecnología y tecnicismos tienen su lugar.

 

Los caminos complejos y esquivos suelen llevarte a destinos sorprendentes…como a una rotonda a 1400 metros de altura en la loma de una montaña.


 

Incluso tiene nombre esta encrucijada de cinco pistas.

 

 Decía Mario Andretti que si tienes todo bajo control es que no vas demasiado rápido. Con mi destreza, ni lo uno ni lo otro.    Pero por no ir demasiado deprisa pude ver y acercarme a la “silla de la reina”



 

Es absolutamente liberal, pueden sentarse hasta plebeyos republicanos. El trono pétreo que alguien puso aquí hace unos cincuenta años tiene buenas vistas.





Seguimos descendiendo de la sierra y dejando las pistas de tierra, alcanzamos el asfalto firme sobre los metálicos railes de la abandonada estación de Prado-Alberguería.


 

Cae el sol y el pueblo de Prado recibe sus últimos rayos.


La sierra de San Mamede nos despide con el reflejo de poniente…quizás le han gustado el masaje con los tacos de la moto. En todo caso, un territorio trail muy gratificante.


:ch)

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