El Douro vinícola portugués

 

Desde un viernes por la tarde hasta el domingo hicimos 700 kms en quince horas netas de moto. Eso da una idea de como son de reviradas las carreteras del atractivo Douro vinícola portugués. La compi decidió a última hora ir con la Beta en vez de su Fazer. Prefería manejabilidad y ligereza en vez de potencia. Su intuición fue un pleno acierto.


Allá vamos.



Unas carreteras suficientemente divertidas y sin apenas tráfico nos llevaron al hotel Quinta da Seixeda el Alijó, cerca ya del Douro. Amplia habitación y piscina, muy de agradecer.





Despues, un bacalhau (bacalao) a la brasa exquisito en el restaurante Pelourinho.

 

El sábado madrugamos poco. Es lo que tiene unos días sin niños. Al final del desayuno nos esperaban un trío de miradores del río Túa, afluente del Douro.


El primero es el de Ujo. Guapa vista y luminosa luz matutina.



Muchas y entretenidas curvas nos enlazan con el mirador de Olhos do Túa.




Rodamos entre grandes olas de viñedos. Las fincas se llaman aquí “quintas”



En Sao Lourenço la cola del embalse anegó y suprimió para siempre la linea férrea espectacular del Túa. Precisamente pasamos por la culpable presa.



Ahora si ya rodamos por la orilla del navegable Douro gracias a las esclusas de sus presas.




Pero pronto volvemos al norte y repostamos en Carracedo de Ansiais a 1.75 € el litro de 95, buff!. Asomarnos a Fraga da Ola requiere una pequeña caminata. Hace demasiado calor. Menos mal que enseguida vienen los bocatas y bebida fresca.





Ya que vamos con dos trail, pisamos tierra camino del Balouco do Sobreiro (columpio del alcornoque) y mirador de Talegre.


Mientras mi compañera de viaje se balancea, me acerco al mirador que por la cantidad de hitos parece un cementerio indio. Al fondo se divisa el río Sabor y su fértil valle. Regreso y ella sigue en el columpio…





Cruzamos el Douro ya por su orilla sur. Circulamos por el afamado trazado de la N 222.




Muchas curvas, buenas vistas y bastantes motos.




En Pinhao atravesamos de nuevo el río y subimos a nuestro hotel en Alijó. Y como no, de cabeza al agua.



Repetimos restaurante pero está vez carne en vez de pescado. También sabrosa. Por la mañana recojemos y estibamos los cofres en las motos. El turístico Pinhao de nuevo, Peso da Regua y la mítica N-2 hacia Chaves.







Antes de Chaves nos desviamos a Montalegre. Tomamos un pingo (cortado) y con una red fijamos una caja con dulces lusos para los chavales. Allí nos despedimos de Portugal.




Aunque en sentido estricto la despedida fue en la cima de la Serra do Larouco. Mi chica nunca había subido los 1535 metros de esta sierra de Portugal y le apeteció subir. Sobrevolaban la cumbre unos cuantos Ícaros. Y de ahí ya para casa.




Nos quedó mucho por ver pero recordamos el mensaje que vimos durante el viaje. A veces es difícil siempre, pero hay que intentarlo…

...sonria y sea feliz.

:ch)

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