Con Ecrins por el Courel...de vicio. (Por Sebito)

 

Espléndida jornada de moto (y bien currada) la que protagonizamos Carlos (Ecrins) y un servidor (con algo de ayuda de la sierra del Courel, sus pistas y carreteras, sus pueblecitos y sus gentes, todo sea dicho) este pasado sábado, al entorno le tomé prestados 10 videos y algo así como 450 fotos de nada…

Por lugares ya pisados y por otros auténticos hallazgos, por pueblecitos con un abuelete como único residente y otros abandonados ya, por pistas facilonas y por otras un tanto machacantes, con niebla y con sol, con sed y con fuentes donde aplacarla, yo llegué al final del día bastante cansado pero feliz porque no tuvimos ni el más mínimo incidente, cosa que allá por los altos no estaba del todo clara.

Pues a las 9:30AM nos encontramos en Bóveda puntuales como cronómetros suizos, un cafelito, revisión del “mapping” y andando:

El plan inicial era subir a la Pena dos Catro Cabaleiros (Peña de los Cuatro Caballeros) y sus vistas imponentes, tirar luego hacia Vilamor cerquita de Folgoso do Courel donde se celebraba una feria artesana, de camino visitar los pueblos (para mí desconocidos) que cayesen a tiro, luego subir a los altos de la sierra con idea de cruzarla y bajar por su vertiente Sur hacia A Rúa-O Barco de Valdeorras donde con mucha fortuna podríamos dar un abrazo a RodrigoDR, a cei.be y a otros colegas que andaban de ruta (con mayúsculas) por Sanabria y Cabeza de Manzaneda, todo lo conseguimos salvo esto último, no pudimos llegar a vernos:

 

Pues por Cruz de Incio y su torre del reloj, luego la iglesia de San Fiz hasta A Ferrería donde visitamos el pueblo:

Precioso pueblecito con sólidos cimientos en la roca y atravesado por el río Antigua. Está algo más roto (sobre todo su parte alta y deshabitada) que cuando lo conocí por primera vez hará tal vez treinta años, pero en general se conserva muy auténtico:

No quiero cansaros, pero bien merece una visita. A la salida nos encontramos la carretera que lleva al Courel y a Seceda, uno de los pueblos más bonitos y mejor restaurados de esta comarca, pero sólo llegaremos hasta A Casela, allí tomaremos ya la pista que nos interesa:

Más tarde volveré a hablar de esta carretera y de este cruce. Seguimos:

Mucho mineral de hierro como puede verse, en esta foto se ve arrancar la llamada “ruta do ferro”, con minas como la Tinta, la Barrosa, la de Avión, explotadas ya desde los romanos:

Alguna paradita más, esperando que la niebla se vaya disipando, hasta llegar a Casela y al cartel que buscamos:



Video hasta medio camino más o menos:

Aquí paramos a la altura del algodón, hacia arriba el cielo ya está de un azul increíble como se mantendrá el resto del día (en realidad un poquito nublado se hubiese agradecido, jeje):

La segunda parte. Si es largo, mirad desde el minuto 7 hasta el final:

Objetivo conseguido, llegamos hasta la Pena y su sólida mesa con cuatro asientos:


Sitio estratégico donde los haya, en este lugar a más de 1.100 m de altitud confluyen cuatro Concellos (Ayuntamientos) y parece ser que los señores feudales del medioevo ya se reunían aquí para tratar sus asuntos. Las vistas, imponentes:

 

Da lástima arrancarse de allí pero hay que seguir. Tiramos por la pista que se ve bajo el cortafuegos, la foto es de otro día, hoy no queda nada de nieve:

En video bajando:

Algunas más en el luminoso día. La pista la veo más cerrada que otras veces, si no se pisa imagino que se acabará volviendo salvaje e intransitable:

Así desembocamos en la carretera, la flecha indica de dónde venimos:

El siguiente pueblecito es Carballal, bien apretadito y al abrigo del monte próximo, siempre lo he rodeado sin entrar en él hasta hoy:

Muy auténtico también. Ahora toca seguir por una carreterilla con unos cuantos “tornanti” que diríamos de estar en los Alpes con Vilamor al fondo. Como tenemos tiempo, volvemos a tirar hacia arriba para conocer Eiriz, Lousadela y sobre todo el pueblo de Cortes, que nos dejó sin palabras:

Video hasta aquí (cortito):

En una de las curvas arranca una bonita pista que nos lleva a Eiriz, estrechita, sombreadita y muy entretenida:

No sé lo que ha salido en esta última pero queda hasta bonito, jeje.

Por aquí y de casualidad oigo sonar el teléfono. Era Rodrigo con cei.be y el resto de tropa que andaban por Sanabria, por la presa rota que nos enseñó Ecrins en una reciente crónica. Quieren hacer luego la ruta del Marroquí, anda que no les queda tajo ni ná…

Pista a Eiriz:

Es un pueblo chiquito que se ve rápido, prácticamente y al menos para mí, su mayor aliciente fue su fuente a la entrada, de agua fresquita y riquísima:

Seguimos por una carreterilla retorcida con unas vistas guapetas a la derecha al valle del río Lóuzara, y a los “cortines” o albarizas como aquí se les llama, son esas construcciones redondas para proteger las colmenas de los osos. Incluso en aquellas que tienen puerta hay que ponerles pinchos de hierro hacia afuera para que los osos no las derriben, a los puñeteros les encanta la miel:

Así llegamos hasta un puente sobre el Lóuzara y al pueblecito de Cortes:

Ninguno de los dos lo conocíamos. Yo le tenía mucho interés porque aquí estuvo de maestra la mujer de un amigo mío que posee la única BMW R-27 (junto a la mía) que conservamos de las siete que en su día restauré, del resto se ha ido una a León, otra a Luarca (Asturias), y de las otras no sé nada:

Pues digo que estuvo aquí de maestra allá por los años sesenta, sólo había coche de línea hasta A Ferrería (el pueblo que os enseño al principio de la crónica) y por una carretera infame, hasta allí fue el alcalde de Cortes a buscar a la señora maestra con una caballería, y a lomos de caballería llegó la maestra al pueblo, era el único medio de transporte en aquel entonces.

Se entra por aquí, la calle no es mucho más ancha que el pasillo de una casa:

Arquitectura típica de O Courel: muros de piedra, carpintería en carballo (roble) o castaño y tejados de pizarra. Casas bien apiñadas, casi tocándose, para darse mutuamente calor en los crudos inviernos:

Hay casas restauradas, evidentemente, pero muchas otras se mantienen en su estado original. Son típicas las galerías que cruzan la calle de lado a lado, bien para cruzar de la casa al establo al otro lado, bien para comunicarse con el vecino sin necesidad de salir a pisar la nieve:

Alguna más aunque pronto llegamos al final de la calle y del pueblo. En la última foto vemos lo que era la escuela:

Encontramos allí a Darío, el único habitante del pueblo en la actualidad. Todo amabilidad, lo primero que hizo fue preguntarnos si queríamos unas cervecitas, ¡encantados! le dijimos, el sol pegaba de firme:

Tuvimos con él una buena charleta y no resistimos la tentación de tirarle una fotilla cuando nos preguntó ¿cuántos años me echais?:

 

Cuando alguien dice eso es porque normalmente tiene más de los que aparenta, así que aunque podía tener setenta y pico bien llevados yo le dije: acaso tenga ya los ochenta…

- Los próximos que cumpliré serán noventa, nos dijo, hay que ver cómo conserva el frío de estas sierras, el señor Darío está hecho un roble.

Ya regresando, unas cuantas más de lo que no vimos al entrar:

Muy recomendable el pueblecito, todo un hallazgo.

Regresamos, ahora sí, hacia Villamor, si hemos llegado a Cortes ha sido por casualidad y buscando en realidad Lousadela, y resulta que nos hemos pasado de largo, son sólo un par de casitas y ahora sin gente, la que estaba habitada se quemó recientemente:

video cortito de la chula carretera hacia Baldomir:

 Pues por parajes así llegamos a Vilamor y allí a casa Comerciante, sitio muy recomendable para comer por estos alrededores:

Por cierto, Carlos me recuerda que hace justo un año estuvimos comiendo en este sitio con los amigos asturianos, y Juan Carlos y Manolo guerra cuando hicimos la travesía del Courel, para él era su primera salida con gente del ATCE. Feliz aniversario, compañero:

Intentamos sentarnos a comer, pero por la feria está todo lleno, nos dicen que imposible, lo que sí pueden es darnos unos trozos de empanada que resultó estar riquísima.

Aquí saliendo con el papeo, sólo nos cobraron tres eurillos por las bebidas, la empanada fue cortesía de la casa, muchas gracias por el detalle:

Al lado estaba la feria y el pueblo, acogedor como siempre:

Una visita rápida:

Lo que ocurrió es que apenas pudimos visitarlo porque nos tocó hacer de telepizzeros. Resultó que ese día encendían el “caleiro”, un horno de hacer cal a un kilómetro del pueblo más o menos, y mi compañero de trabajo Evaristo estaba allí atendiendo al fuego y necesitaba comida y bebida urgentemente. Pues en el pueblo encontramos a su mujer que le dijo por teléfono: “espera que ahora mismo te la baja Eusebio con la moto”, así que zumbamos hacia el sitio para llevarle vituallas y de paso comer allí con él:

El “caleiro” es un horno para obtener cal. Es una construcción de piedra con un gran agujero superior donde se mete la leña (normalmente de uz, muy calorífica)…

Y la piedra caliza, que por calcinación a unos 1.000 grados nos dará la cal…

que se extrae por otro orificio inferior:

Evaristo, mi compi, nos dijo que hoy se encendía por primera vez desde hacía unos sesenta años, él jamás lo vio funcionando en toda su vida:

Pues entonces a darle al diente, que ya tocaba:

El descanso y el ligero tentempié nos sentaron divinamente para afrontar la jornada de la tarde. La idea era subir a lo alto de la sierra y tirar hacia la laguna de la Lucenza que hace tiempo quiero visitar, haciendo la ruta inversa a la del pasado año. Como suele ocurrir, las cosas no siempre transcurren según lo planeado.

Cruzando el Lor, agua a nuestros pies y sobre nuestras cabezas:

De aquí por carretera y por una bonita pista llegamos a Santa Eufemia ya en la general. Por la otra vertiente, otra pista más sugerente aún llevaría a Villar. Algún día…

Video pista:

Un poquito carretera adelante arranca la pista que nos sube a los altos. Carlos tira pero le pito para que regrese, me está llamando Rodrigo y dice que están por Correchouso en la pista del Marroquí y bien metidos en faena, si Rodrigo dice eso no me quiero ni imaginar la kilometrada que se estarán pegando, ya nos contarán:

Nosotros a lo nuestro, tras una pista cómoda subimos a la campa del abedul, ya casi la conozco como el salón de mi casa:

video hasta aquí:

De aquí arranca un cortafuegos que sube hasta el pico Pia Paxaro, la pista de la izquierda nos llevaría hasta la laguna de la Lucenza…de no equivocar el camino:

Un poquito antes de la pista que sube a la caseta del Pia Paxaro vemos un indicador al mirador de Penaboa, estaría en la cumbre de la izquierda adonde llega el cortafuegos:

Por aquí pasa el llamado kilómetro vertical del Courel, una subida demoledora que partiendo del pueblo de Ferreirós de Abaixo a 550 metros de altitud llega hasta el Pia Paxaro a 1.610 metros, en 4’4 km de ruta se suben más de mil metros, trepando, arrastrándose, agarrándose a las raíces de las uces…una auténtica barbaridad, aquí una vista por la cara “dura” del mirador:

Parece mentira, pudiendo llegar cómodamente hasta aquí en una África Twin o en una Domi, jeje.

Pues seguimos ruta como era nuestro plan, pero merluzo de mí, a los pocos metros y en el llamado campín de Mourelos (tomad mis nombres con las oportunas reservas) me equivoqué de pista, había que tirar por la roja que sigue hasta la campa de la Lucenza y ahí bajar a la laguna, pero tiré por la azul y seguimos otra ruta totalmente diferente:

Video por aquí arriba

En realidad nos era indiferente la una o la otra, hacia el lado Sur queríamos bajar de todos modos a intentar reunirnos con los de Sanabria, sólo que la primera nos era conocida y salvo un par de pasos delicados, muy accesible y con muy buenas vistas. Esta otra nos era desconocida y hasta cierto punto un aliciente por descubrir rutas nuevas, total si se ponía feo siempre podíamos retroceder y tomar la conocida. Venía a pintar así según la vimos en una edición anterior:

Unas vistas:

Vemos ahí abajo el pueblo de Vilarbacú y su cantera de pizarra, a Carlos con su buen ojo de montañero ya le parecía hacía tiempo que no llevábamos la dirección correcta, pero decidimos tirar igualmente mientras el terreno fuese practicable, que lo era pero bastante peor que la pista que pensábamos hacer:

Así ibamos tirando hasta que por fin y allá bajo el pico divisamos Cruz de Outeiro y el asfalto. Este último tramo resultó ser especialmente machacante, bastante pendiente y con multitud de piedra gorda y suelta que nos puso a prueba y a las motos, que si hablo por mi África se portó de maravilla. En segunda y muchas veces en primera para aprovechar la excelente retención del motor, sólo pequeños deslizamientos pero una buena tensión en antebrazos, piernas y cervicales, la bajada nos puso realmente a prueba:

Ya lo leímos en ese contenedor al pie de la pista, dice traducido:

“tiene mucho valor

lo que hicieron estos dos rapaces,

el Ecrins y el Sebito”

La ruta que llevamos desde la comida está siendo muy aproximadamente la de la foto, en amarillo y azul. Lo previsto era haber seguido por la roja, aunque en el fondo y gracias a mi error hemos seguramente acortado terreno y descubierto una pista nueva, vivan los errores pues. Según mapa de Google:

Y según mapa de Carlos:

 

video pista a Cruz de Outeiro:

El paso siguiente era tirar hasta Quiroga donde nos esperaban unas bien merecidas birras bien freesquitas y una llamada más a los colegas, el trayecto fue ya bien reposado y con paradas más para mirar que para descansar:

Sí, Carlos, de allá arriba venimos, jeje:

Así llegamos a Quiroga, la primera jarra cayó de penalti, la segunda ya más reposada:

Son aproximadamente las ocho y pico y al habla con los colegas nos dicen que andan aún por Correchouso, llegarán posiblemente ya oscurecido, el encuentro deberá quedar para otro día, lástima.

Como nuestros caminos de regreso coinciden un trecho, Carlos me tienta con otra guapa pistilla que conoce hasta A Pobra de Brollón, así que metidos en faena de nuevo:

Cruzamos Salcedo y allí vemos esta imponente casa de turismo rural con unas puertas no menos vistosas:

En A Pobra llega la despedida. Carlos tira hacia Ourense y un menda hacia Lugo, tenemos distancias similares. Mi trip marca a la llegada el resumen del día:

Para mí ha sido una jornada espectacular, me siento algo cansado al final pero he disfrutado del día como no imaginaba. Carlos, colega, da gusto rutear contigo, siempre estás ahí y siempre dando el consejo adecuado, lástima que este inútil de compañero elija a veces la ruta tonta. Gracias por el día y por la compañía, te amenazo con volver en alguna otra ocasión, un abrazo hasta entonces.


Junio 2015

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